Bienvenidos una semana mas. Cada día tenemos un regalo del cual a veces somos conscientes, y otras veces no. Este regalo puede provenir de la naturaleza, de un desconocido, pero también de nuestros conocidos ya sean amigos o familia. Este, no tienen porque ser material, pues parece que si no es así, carece de valor, y por ende, no aprendemos a valorarlo. Es un gran error. ¿Recuerdas las tardes jugando con tu padre, madre, abuelos, hermanos? y ¿esos momentos de la merienda? . En mi caso, cuando tomaba pan y chocolate, era una fiesta, pues en mi casa cuidábamos bastante la alimentación, los dulces se tomaban en fiestas y celebraciones… Estos momentos se quedan grabados en el corazón en forma de inmensa alegría, por que lo que importa, es la calidad de ese momento y la intención con la que se hace ese regalo. De esta forma aprendemos a valorar los momentos especiales, y los presentes que vamos recibiendo.
Esto es lo que hace la abuelita de Esva, un regalo muy especial, siendo consciente de que lo comprenderá en el momento justo… ¿continuamos?
- Antes de partir, era su deseo hacerte un regalo muy especial… para que así lo recordases siempre.- dijo Juel.
- ¿Tu padre?…-preguntó con sorpresa- ¿Mi abuelita sabe que estoy aquí? ¿Quizás se lo diga a mamá de alguna forma y no se preocupe por llegar un poco más tarde?
- No vas a llegar tarde, Esva, y sí, ella lo sabe. Nos habló muchas veces de ti, de lo especial que eras, de tu timidez, de tu gran capacidad para imaginar y curiosear, de tu bondad y nobleza de corazón… y de tu soledad.
- Creo que es la única que se ha dado cuenta de eso. La quiero mucho.- decía la pequeña esbozando un puchero.
- Ella a ti también. Por ello, te ha hecho el mejor regalo que nadie puede hacerte. Te ha regalado la posibilidad de elegir tu presente, a través de su amor.